sábado, 5 de marzo de 2016

HONRA Y HONOR EN EL TEATRO BARROCO



Ambos conceptos, honor y honra, se sustentan en la opinion que unos tienen de uno mismo, en su buen nombre personal o familiar. 

La honra se adquiere por la virtud y los méritos. Es de personas de cualquier condición (incluidos villanos), y es un concepto unido a la fidelidad. Se fundamenta en la limpieza de sangre del cristiano viejo. Cuando se atenta contra la honra, se pierde el honor.

 El honor, eje de la mayoría de los conflictos del teatro barroco, tiene una doble vertiente:

-           Es una virtud social: toda persona está obligada a defender su honra ante la opinión de los demás, pues no sólo hay que ser honrado, sino que sobre todo hay que parecerlo. La mujer –obligada a conservar su honestidad, ya sea la virginidad si es soltera, ya sea la fidelidad si es casada– es la causa, casi siempre involuntaria, de los conflictos de honor, aunque la deshonra recae sobre el hombre (marido, padre, hermano), quien habrá de reparar la ofensa al honor conyugal o familiar con la venganza, de las mismas proporciones que la afrenta recibida: si el agravio es secreto, también lo será la venganza; si la deshonrada es soltera, la ofensa se repara con el matrimonio o con la muerte del ofensor. Si la mujer es casada, lo normal es la muerte del galán y de la esposa; aunque si el ofensor es el rey, la venganza se toma sólo sobre la esposa, ya que él es intocable. Si la dama es soltera, el encargado de reparar la ofensa es el padre o, en su defecto, los familiares más directos. En el caso del honor familiar, el vengador será el marido.

-          Es una virtud individual, asociado directamente a la persona: «El honor es patrimonio del alma / y el alma sólo es de Dios». Cualquiera puede tener honor, siempre que sea castellano viejo. Así, los villanos también pueden ser honrados, pues su condición de campesinos les libera de toda sospecha de parentesco con la raza judía y certifica, por tanto, su limpieza de sangre. Los mejores dramas barrocos tienen como protagonistas a villanos honrados que defienden su honor conyugal o familiar frente a los atropellos de nobles desaprensivos, mientras que el rey justifica la venganza sobre el agresor o le castiga él mismo.

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